Primero estamos obligados a saber la procedencia de la palabra, que procede del latín Praesepe praesepium y que significa “PESEBRE”.
Después otra definición importante:
“El pesebre es el evangelio traducido en dialecto Napolitano”
Salió de las iglesias, no puede ser de otra manera, donde fue objeto de devoción religiosa, desde donde entró en las casas de la alta aristocracia donde se convirtió en un objeto de culto frívolo y mundano.
Dice la tradición que fue San Francisco de Asís quien, en la Nochebuena de 1223, celebró, en la cueva de Greccio, la primera representación navideña que daría origen a los belenes.
Durante el comienzo del reinado de Carlos III. Rey de España, Nápoles y las dos Sicilias. Cuando llegaba a su máximo esplendor durante e l siglo XVII, en el momento en el que la nobleza entra en una gran competencia por poseer el mejor y más bello nacimiento, aparece El Arte de los Belenes Napolitanos. El rey Carlos III tenía una gran devoción por la participación en la navidad y gran interés de que la familia y la corte se involucrasen en la natividad. Y así al subir al trono, se realizaron gran número de pastores y escenas de la navidad en el Palacio real, e involucró a los artesanos, tanto españoles y napolitanos en la realización de su gran Belén. De esta manera inició a España en este arte.
Año a año va apareciendo un gran número de artesanos que se especializan en este tipo de trabajaos, Los Belenes Napolitanos, fueron realizando distintas figuras populares, imitando a los del lugar que se les llama “Pastores”. Sin lugar a dudas por estos intereses el Belén Napolitano cobra su momento de Oro.
Su realización en principio fue con maniquíes de alambre recubiertos de estopa, la cabeza y extremidades de madera tallada y pintada a mano, que luego se reemplaza gradualmente por terracota policromada.
El nacimiento tiene su origen en las representaciones sagradas de la época de Navidad de donde San Francisco había tomado la idea de cuna, al darse cuenta por primera vez en un bosque cerca de Greco, en la Navidad de 1223.
Hasta finales de siglo no aparecen las representaciones artísticas de la Navidad, siendo la más antigua la praesepis Oratorium por Adolfo de Cambio, que se conserva en la basílica de Santa Maria Maggiore en Roma. Este documento coloca al primer nacimiento en la iglesia de S, María de la Navidad del 1025. Ya en 1324 hubo una “capilla de la cuna en casa Alagni” en Amafi. En el año 1340 la reina española Sancha de Aragón (esposa de Roberto de Anjou) donó a las clarisas un nacimiento para su nueva Iglesia y la estatua de la Virgen se exhibe en el museo se San Martín.
Como vemos la tradición se prolonga a lo largo de los siglos siguientes con nacimientos de mármol, de madera…., conservando iglesias en el centro-sur donde se incrementará una fuerte pasión para transformarla en Arte.
A partir de entonces, diversos belenes artísticos proliferarán en Italia en el siglo XIV; pero será en el siglo XV cuando las representaciones belenísticas se extiendan por toda la Península Itálica y, a través del Mediterráneo, llegarán tempranamente a naciones como Francia o España, al tiempo que otros países centroeuropeos se incorporan a la corriente.
A España, y en circunstancias verdaderamente legendarias, arriba desde Nápoles el primer belén artístico en el año 1480. Obra de los hermanos Alamanno, aún hoy en día se puede contemplar en el Hospital de la Sangre de Palma de Mallorca. A esta primera muestra, pronto sucederán otras tantas, venidas las más del Virreinato de Nápoles -como el maravillosobelén de las Agustinas Recoletas de Salamanca, donado a su hija Inés por el Virrey de Nápoles, don Manuel de Zúñiga y Fonseca- o nacidas de manos de escultores españoles como Martinez Montañés, Eugenio Torices; o, en su máxima expresión de encanto y ternura, los creados por la sevillana Luisa Roldán «La Roldana».
La estructura clásica presenta la cueva en el primer plano flanqueado por la adoración de los pastores y los Ángeles, y la montaña sagrada con otros pastores acompañados de ovejas y ángeles en vuelo anunciando la buena nueva, y sin omitir la procesión de los Reyes Magos.
El cambio más importante que lleva a cabo es en siglo XVI cuando por primera vez los cambios aparecen en los personajes, como los perros, ovejas, cabras, burros y bueyes que siempre han estado presentes en la cueva y en el paisaje. A lo largo de este siglo el nacimiento mantiene la misma estructura: Conserva la parte inferior de la cueva con los ángeles y los pastores, más arriba e n las montañas con sus rebaños, y lejos de la procesión de los Reyes Magos.
Y durante el siglo XVI aparece un documento notarial de 1532, que describe por primera vez la descripción de un pesebre, con los pastores en terracota pintada, hecha `por la noble Mateo Mastroguidice de Sorrento. Este documento nos permite de encontrarnos con los primeros indicios de un paisaje con un paisaje, a demás de el burro y el buey, que siempre acompañan a la Sagrada Familia, también hay otros animales, como cabras, ovejas, perros, gallinas. También más pastores y ángeles.
Todos éstos sentimientos se fueron transmitiendo a otros belenes contemporáneos construidos para las iglesias, y un poco más tarde, y en particular a el más famoso Merliano Giovanni da Nola.
En esta situación, bajo la influencia del rey, los nobles y ricos burgueses hicieron escenarios muy grandes con paisajes espectaculares en los que los misterios se vieron rodeados de escenas que representaban el entorno de la ciudad y representando las costumbres y situaciones de los habitantes del momento. Por lo que hicieron fue invertir gran capital en la colaboración de grandes artistas de renombre del momento para tener total seguridad de que los “pastores” gozaran de gran belleza, haciendo una gran exhibición de cultura, riqueza y poder apoyándose en los eventos sagrados.
Así promovieron que las estatuas tuviesen las cabezas modeladas en arcilla pintada con ojos de cristal, piernas de madera, el cuerpo hecho de alambre y estopa para poder darle flexibilidad y vestirles con ricas telas adornadas con joyas y metales preciosos dando paso a verdaderas obras de arte consiguiendo su objetivo.
Y será precisamente en Nápoles donde el belén adquiera una de sus más altas cotas de calidad y perfección artística. Surge así el belén napolitano, que de manera definitiva impulsarán nuestro Carlos III y su esposa María Amalia de Sajonia. La porcelana de Meissen, cuyos secretos traslada la esposa del rey, dará lugar a las maravillosas creaciones de Capodimonte. Manos, pies y cabezas, hermosamente moldeadas, se unen a estructuras de estopa y alambre, que luego serán vestidas con las mejores sedas de San Leucio o las más exquisitas joyas. Un mundo inagotable de tipos populares y aristocráticos ingresan en el belén, que pronto se convierte en verdadera atracción, cuando las puertas del Palacio de Caserta se abren para su contemplación general.
A la venida del monarca y su esposa, para reinar en España, su querido belén napolitano viaja con ellos. Y aquí se engrandece con la participación de grandes escultores españoles, como José Ginés y José Esteve. Un conjunto de más de 4.000 figuras componen el conjunto, regalado al infante don Carlos, por lo que se conocerá como «Belén del Príncipe».
Y sangre napolitana corre también por las venas del hacedor del más bello belén nacido nunca en España: el de Francisco Salzillo, que lo creó poco tiempo antes de fallecer.
El belén napolitano es, sin duda, la máxima expresión del belén en el mundo. Por su belleza. Por su variedad. Por su valor etnográfico y testimonial, espejo de esa sociedad dieciochesca que en él se refleja de forma asombrosa, constituyendo así una de las cimas del belenismo universal.
En el siglo XVIII italiano ya se hacían las figuritas para los belenes en forma de maniquíes de madera, con cabeza y tronco de una sola pieza y brazos y piernas articulados, vestidos lujosamente con telas y adornos de calidad. Eran figuras de una medida establecida, lo que se llamó terzina, entre 35 y 45 cm de altura.D espués de estos comienzos se empezó a modelar en barro, sustituyéndose las terzinas por expresivas cabezas con diminutos ojos de cristal que se conocen con el nombre de testinas, mientras las piernas y brazos siguieron fabricándose en madera. Se mantuvo el tamaño de la terzina.
Personajes de la corte, aristócratas y burgueses se fueron aficionando a coleccionar estas figuritas que serían expuestas en sus respectivas mansiones por la época de Navidad, formando el inconfundible belén napolitano. A la larga fue una demostración pública de buena economía y buen gusto.
Elementos esenciales
El belén napolitano consta de una serie de figuras esenciales que están siempre presentes en las colecciones y que fueron aumentando con el transcurrir del tiempo y gracias al ingenio de sus creadores. Cada grupo de estas figuritas tiene su propio nombre.
Pastori (pastores)
Los pastori son la base de todo belén napolitano, pues dentro de este vocablo entran todas las figuras humanas, sean en verdad pastores o no. Su elaboración es compleja y requiere un acabado perfecto.
En primer lugar se fabricaban las testinas (o cabezas) en barro cocido para terminar pintándolas con gran maestría artesanal. Con un pincel se aplicaba agua engomada sobre la superficie bien lijada; después se aplicaban dos capas de óleo diluido que daban a la testina la coloración de la piel que dependerá a su vez del personaje que se vaya a representar (piel rosada, oscura, casi negra, etc.). Después se aplicaban los detalles de cejas, labios, cabellos, mejillas, barba, bigote, etc. y a continuación se daba otra capa de agua antes de introducir la testina otra vez en el horno. El proceso final era la aplicación de los ojos de cristal y el lustre con la ayuda de un paño hasta conseguir la textura ideal.
Pero la cabeza no quedaba terminada del todo si no se le añadía la llamada pettiglia un empalme a la continuación del cuello por el pecho y por la espalda. Es precisamente en el revés de estas piezas donde se han encontrado las firmas de los autores, artistas que solían ser grandes maestros vinculados con la Real Fábrica de Capodimonte, difundiendo un estilo y un procedimiento que serían ampliamente imitados.Las testinas mostraban la condición del personaje cuyo maniquí vestía de acuerdo con esta índole. Así salieron a la luz ángeles, vírgenes, georgianas, pastores, hombres y mujeres de distintas razas, tullidos, caras con defectos físicos, rasgos de estudio psicológico, etc. Se convirtieron en prototipos realizándose moldes para su reproducción en serie de forma que fueron accesibles a un público menos pudiente.
Los brazos eran tallados en madera hasta el antebrazo. Las manos se tallaban con todo detalle y con los dedos dispuestos para recibir algún objeto determinado: utensilios de trabajo, instrumentos musicales, armas, etc. De acuerdo con esta disposición se ha podido averiguar al cabo de los años la misión de muchas figuritas descabaladas y solitarias que habían perdido su complemento y sus compañeros del belén de donde procedían. También había una distinción entre manos de niño, de mujer, de hombre, distintas razas, campesinos, etc. Igual que había ocurrido con las testinas, las manos llegaron a hacerse en barro cocido para facilitar la producción en serie.
Las piernas también fueron talladas al principio en madera y se adaptaron para cada personaje con una gran variedad de zapatos, botas, polainas, sandalias, pies descalzos... Se hacían sin peanas y para sujetarse en el suelo llevaban en los pies unos orificios donde se insertaban unos clavos que estaban dispuestos en el propio decorado. Con el tiempo las piernas y los pies fueron realizados en terracota para su producción en serie.
A continuación se unían todas estas partes con una armadura de alambre flexible que después se envolvía con estopadando a la figurita una gran movilidad. Por último se confeccionaba la ropa: María llevaba siempre una túnica rosa y un manto azul, José un manto de tonos marrones u ocres. Se normalizó el tamaño de las figuritas a 38 cm las normales y a 20 cm para la perspectiva. Con este tamaño fueron llamadas terzinas.
Academias
Tomaron el nombre de academias unas figuritas elaboradas de forma distinta a los pastori. No se fabricaron a modo de maniquíes para vestir sino como desnudos modelados íntegramente, con estudios anatómicos de gran calidad que recordaban la copia «al natural» que se hacía en las academias. Los personajes solían ser querubines, mendigos, ciegos, niños, etc.
Animali (animales)
Un tercer grupo lo forman los animales salvajes y exóticos, como camellos y elefantes.
Los animales del belén napolitano son unas figuras que manifiestan una total veracidad y un acabado perfecto. Se realizaron por artistas especializados tras concienzudos estudios y tratado de ciencias naturales. Algunas piezas de las que se conservan son de barro sobre patas de madera, cuernos de plomo y ojos de cristal. En algunos casos los artistas se inspiraban en pintores de género muy conocidos (como el napolitano Domenico Brondi, 1683-1736) y en otros casos la copia era directamente del natural, incluyendo el jardín zoológico del rey donde podían tomar contacto con animales exóticos llegados de otros continentes.
Dentro del conjunto de animales están los de trabajo, pastoreo y corral. Las ovejas y cabras de los rebaños muestran diferentes posturas, imitando lo real y sus lanas y pelaje están perfectamente modelados. También pueden verse búfalos en los rebaños pastoriles, fiel reflejo de los pastos que había entre Nápoles y Paestum, cuyas hembras daban una leche especial muy rica en grasa con la que se fabricaba la mozzarela. La mula y el buey del portalito son los animales por excelencia que no faltan nunca en ningún belén.
Otro conjunto está compuesto por animales callejeros urbanos: gatos, perros, pájaros y palomas. Un tercer grupo lo forman los animales salvajes y exóticos muchos de los cuales se integraban en el cortejo de los Reyes Magos: caballos de raza árabe, camellos, elefantes, monos, pavos reales y muchos más.
Vestiti (vestimenta)
El vestido es el acabado en el proceso de la elaboración de un pastore (figurita). El vestido estaba siempre de acuerdo con la cabeza para dar el aspecto final del burgués, cortesano, rey, soldado, turco, niño, etc., incluso ponía de manifiesto la región o pueblo de donde procedía el personaje en cuestión. Para la Virgen, San José, Reyes Magos y su séquito, georgianas y arménides, se empleaban telas selectas, sedas adornadas con brocados de oro y plata, terciopelos y pasamanería. Los personajes rústicos se vestían con paños de lino, algodón, arpillera; los pastores llevaban piel de oveja. La confección era a medida y se aplicaba a la estopa del maniquí por medio de diminutos alfileres. Cada atuendo era confeccionado específicamente para cada figura, que a su vez pertenecía a un grupo determinado, estableciéndose cinco grupos y por tanto cinco tipos de atuendo:
- Campesinos, pastores y pescadores, llevaban camisa de cuello alto, chaqueta y chaleco cerrado con cintas, fajas a la cintura y alpargatas; las mujeres vestían camisa de mangas anchas, escotes, vestidos ajustados a la cintura, corpiños, pañoletas al cuello o a la cabeza, delantales largos.
- Trajes regionales, propios del reino de Nápoles y Sicilia.
- Comerciantes, burgueses y artesanos, personajes que iban vestidos a la moda urbana del siglo XVIII: camisas de mangas anchas, casacas, capas, chalecos y pantalones hasta la rodilla; medias, sombreros de ala ancha o de tres picos, zapatos y botas con lengüetas y broches. Para las mujeres corpiños encorsetados, cuellos y puños de encaje, faldas hasta los tobillos, delantales elegantes y zapatos con un poco de tacón.
- Mezzocaracttere: Son los personajes de procedencia campesina que, recientemente enriquecidos, llevan vestimentas burguesas a base de sedas, terciopelos, botones de plata, etc. Pero sustestinas manifiestan facciones burdas y a veces taras físicas, delatando su procedencia vulgar.
- Cortejo de los Reyes Magos. Todo el cortejo ofrece un mundo exótico de fantasía con indumentaria inspirada en las cortes orientales, como los sofisticados turbantes adornados con ricos broches, plumas y perlas, ricas sedas, objetos suntuosos, bandas de música perfectamente uniformadas y portando instrumentos desconocidos, acompañantes femeninas que llevan el nombre de georgianas o arménides (por sus testinas inspiradas en la raza caucásica). El diseño de los vestidos y la elección de los componentes estaban inspirados en los grabados que circulaban en la época con referencias orientales, especialmente chinas e indias.
Personajes religiosos
Los personajes religiosos son María, José, Jesús y los ángeles. Son los únicos personajes del belén napolitano en que el color de los vestidos es invariable. La Virgen lleva una túnica rosa, un manto azul celeste, un velo blanco y sandalias. En ocasiones viste también una camisa con el cuello fruncido y rematado con encajes. José lleva una camisa blanca, una túnica de color morado, un manto de color azafrán y sandalias. Los ángeles suelen llevar túnicas blancas o amarillas con estolas de diferentes colores dispuestas de manera que parecen estar agitadas por el viento. Son portadores de incensarios (los llamados ángeles turiferarios) o instrumentos musicales. Se colocan suspendidos en el aire, agrupados y bien visibles pues en definitiva son los ángeles los que indican la ubicación del portal donde está Jesús.
Finimenti (accesorios)
Literalmente, la palabra finimenti significa aparejos o arreos, siempre relacionado con los caballos. En el belén napolitano los finimenti son todos los accesorios posibles. Pertenecen al mundo de la miniatura donde tiene cabida la gran variedad de utensilios, productos alimenticios y objetos de todo tipo. Losfinimenti abarcan un extenso mundo de detalles y son muy necesarios para el resultado final de la puesta en escena del belén. Los coleccionistas que van encontrando determinadas figuras no cesan hasta dotarlas de sus correspondientes accesorios.
Todos los finimenti eran realizados a escala y en ellos se empleaban los mismos materiales que en la realidad, con la excepción de los productos perecederos que se hacían generalmente de cera. Los autores de toda esta producción eran artistas de prestigio pero rara vez firmaban sus obras. Se encuentran algunas excepciones como en el grupo de verduras del belén del museo de Valladolid que está firmado y fechado por el escultor Eduardo Ingaldi.
Il plastico (decorado, escenografía)
El belén, compuesto por todos estos personajes ya descritos, necesita un lugar idóneo para su ubicación, un decorado que ayude a que la representación de los hechos cobre vida y sea agradable y fácil de contemplar.Es lo que en el belén napolitano se llama il plastico, que suele adoptar una disposición longitudinal dividida en cuatro espacios siempre presentes: lugar del nacimiento de Jesús, paisaje y establos para la anunciación del ángel a los pastores, núcleo urbano con posada y mercado, zona para el cortejo de los Reyes Magos.
Al principio el lugar del nacimiento era una gruta donde se colocaba la sagrada familia, el buey y la mula, acompañados de una corte de ángeles. En un rincón aparecía siempre la figura de un demonio y su propia corte. Tras el descubrimiento de las ruinas de Herculano y Pompeya se modificó este espacio cambiando la gruta por un templo romano en ruinas, imitando los restos pompeyanos, dando gusto así al fervor despertado por la arqueología además de simbolizar el fin del paganismo con la llegada de Jesús.
La anunciación a los pastores se decoraba con establos y paisaje rural en el que aparecían colinas, incluso montañas, vegetación, labranza y a veces el río con su puente.
El núcleo urbano fue siempre la sección más extensa, con más vida y más cercana al espectador. No faltaba nunca la hostería o posada en alusión al pasaje bíblico, cuando la sagrada familia pide cobijo para que María pueda dar a luz. Sin embargo este pasaje se oculta y la posada es un lugar más en la vida de los napolitanos. En su entorno se colocaba siempre el mercado lleno de agitación, la fuente del pueblo, el pozo y las construcciones urbanas que a veces eran fiel retrato de las calles napolitanas. Se colocaban personajes en los puestos de ventas, en las puertas, balcones y ventanas. Todo este espacio urbano absorbía el mayor número de figuritas. El cortejo de los Reyes Magos era una continuación de este espacio.
Los materiales del plástico
Se utilizaba el corcho, el cartón, la madera, el ladrillo, la paja...
Se utilizaba el corcho, el cartón, la madera, la cera, la escayola, la tela y el barro cocido, fabricando pequeños ladrillos, tejas, baldosas, balaustradas, todo ello montado por albañiles profesionales. Los carpinteros fabricaban vigas, puertas y ventanas, entramados de las casas, además de los rótulos de los comercios y puestos de venta. Los arquitectos se ocupaban del montaje; algunos de estos montajes se convirtieron en prototipos. El más generalizado fue el de Giovanni di Nola.
Dado el carácter perecedero de estos decorados se han conservado muy pocos. Cuando por herencia o por venta se disgregaron las colecciones, los plásticos pasaron a un lugar de apreciación secundario y muchos se destruyeron. Después de más de tres siglos se ha renovado su valorización, conservando y cuidando con gran respeto los pocos que sobrevivieron y recreando con el recurso de fotografías, grabados, pinturas, bocetos y descripciones.
Autores
Aunque se desconoce el nombre de muchos de los autores especialistas en las figuras de los belenes napolitanos se ha podido hallar la firma de algunos escondida en las testinas. También se tiene conocimiento del trabajo realizado en este arte por escultores prestigiosos de la época, algunos de ellos pertenecientes al siglo XVII, como Incola Fumo (1647-1725) especialista en la talla en madera; Giacomo Colombo (1663-1757) y Matteo Bottigliero (1685-1757) gran escultor en mármol.
Ya entrado el siglo XVIII se tiene noticia de Giuseppe Sanmartino (1720-1793) considerado como uno de los granes no sólo en Nápoles sino en Europa. Dentro de su extensa obra hay que tener en cuenta las testinas realizadas para los belenes, que se caracterizan por su estudio psicológico que expresan un estado de ánimo y por la elegancia de sus academias. Creó escuela y fueron muchos sus seguidores.
Francesco Celedrano (1729-1814)
Trabajó como director de modelado en la fábrica de Capodimonte donde hizo numerosos encargos de testinas para el rey Fernando IV. Estas testinas fueron para fabricar las famosas parejas representantes de las distintas provincias del virreinato, que más tarde este rey envió como regalo a su hermano Carlos IV de España.
Celedrano fue el creador de tipos populares y campesinos dando a sus testinas unas fisonomías de gran realismo, con pómulos marcados, mentón cuadrado, nariz ancha, a veces deformidades comunes reflejo de vejez y enfermedad.
Lorenzo Mosca (1720-1793)
Se inició como ayudante de su padre el escultor Giuseppe Mosca modelando testinas para pesebres hasta que llegó a destacarse como modelista en Capodimonte. Fue especialista en crear familias enteras vestidas con los trajes típicos del sur del reino de Nápoles; sus modelos fueron muy imitados. El duque de Diano Calá le nombró director (encargado) de su propio belén. Su producción fue muy extensa y se dispersó en colecciones particulares y en museos. En el museo Bayarisches Nacional Museum de Munich conserva una buena muestra de su obra.
Angelo Viva (1748)-(1837)
Fue uno de los mejores alumnos de Giuseppe Sanmarino. Parte de su actividad como escultor la dedicó a las figuritas de belén, firmando siempre sus obras, lo que ha dado lugar a la publicación de un catálogo completo bajo el título de Pesebres Napolitanos elaborado en 1970 por Andrea Borrelli.
Salvatore di Franco (activo 1770-1815)
Fue otro de los buenos alumnos de Sanmarino. Sus figuritas de belén son elegantes y expresivas, en especial las madonnas y figuras orientales, reflejando retratos y fisonomías del Nápoles de su tiempo en mesoneros, vendedores y mendigos. Muchos de sus pastori están firmados y fechados.
Francesco Gallo (activo de 1770-1929)
Se especializó en animales de terracota y en hortalizas de cera. Trabajó en Capodimonte elaborando expresamente todas las piezas para el pesebre real del palacio de Caserta. Todas sus figuras están firmadas.
Giuseppe Gori (activo de 1770-1820)
Fue el más popular de los seguidores de Sanmarino. Como escultor se dedicó exclusivamente al modelado de pastori. Su estilo está dentro del clasicismo; su forma de acabado naturalista y la aplicación del esmalte le hicieron famoso, siendo su obra muy apreciada.
Giuseppe da Luca (activo de 1785-1827)
Su obra es de gusto neoclásico, realizando pastori muy elegantes de colores transparentes que dan un resultado parecido a la porcelana. Muchas de sus testinas son retratos de los comitentes (entre otros Fernando IV). Se ha descubierto la firma en la mayoría de sus obras. Modeló también animales y accesorios.
Francesco y Nicola Vassallo
Los dos hermanos fueron especialistas en el modelado de animales para lo que tuvieron un permiso especial para poder tomar apuntes en el jardín zoológico de Fernando IV.
Además de todos estos autores, reconocidos y bastante famosos en su época, existieron muchos otros de segunda fila que se omiten por no hacer la descripción demasiado pesada.
Algunos de los mejores Belenes napolitanos de España
Palacio Real: el Belén del Príncipe en Madrid
A su llegada al trono de España en 1759, Carlos III impuso su afición belenística. El Belén del Príncipe se trataba de un obsequio para su hijo, el futuro Carlos IV. De ahí su nombre. Según las referencias documentales, este conjunto podría haber alcanzado la cifra de 6 mil figuras. Sin embargo, en momentos posteriores el Belén sufrió diversas dispersiones, recabando muchas de sus piezas en distintos museos y en manos particulares.
En la actualidad se exponen alrededor de 150 piezas restauradas en 1987. Su extensión nos da idea de la grandilocuencia de este Nacimiento, ya que llega a ocupar 36 metros cuadrados. En la confección original del Belén, participaron los artistas de mayor renombre del siglo XVIII de Nápoles. Y una vez en España, escultores de gran fama como José Ginés o José Esteve Bonet fueron completando el Nacimiento a lo largo de los años
A su llegada al trono de España en 1759, Carlos III impuso su afición belenística. El Belén del Príncipe se trataba de un obsequio para su hijo, el futuro Carlos IV. De ahí su nombre. Según las referencias documentales, este conjunto podría haber alcanzado la cifra de 6 mil figuras. Sin embargo, en momentos posteriores el Belén sufrió diversas dispersiones, recabando muchas de sus piezas en distintos museos y en manos particulares.
En la actualidad se exponen alrededor de 150 piezas restauradas en 1987. Su extensión nos da idea de la grandilocuencia de este Nacimiento, ya que llega a ocupar 36 metros cuadrados. En la confección original del Belén, participaron los artistas de mayor renombre del siglo XVIII de Nápoles. Y una vez en España, escultores de gran fama como José Ginés o José Esteve Bonet fueron completando el Nacimiento a lo largo de los años
El Belén del Museo Nacional Colegio San Gregorio, Valladolid
Este Belén fue adquirido por el Ministerio de Cultura en el año 1996 a los hermanos García de Castro. Estos coleccionistas habían recopilado distintas piezas a lo largo de los años hasta conformar el conjunto que atesora el museo vallisoletano. Se trata de piezas anónimas y de diversas procedencias que hoy conforman una escena representando el típico belén napolitano. Este es uno de los mejores belenes napolitanos de nuestro país.
El belén del Museo Nacional Colegio de San Gregorio era el más notable conjunto belenístico del coleccionismo privado en España cuando fue adquirido por el Estado, en 1996, a los hermanos Carmelo y Emilio García de Castro que reunieron durante años de búsqueda paciente, apasionada y crítica, piezas procedentes del anonimato del comercio de antigüedades y de colecciones conocidas: las de los Catello, la antigua de la duquesa de Parcent, la del duque de Hernani, o la de la Casa Real española.
Lo componen 620 piezas (184 figuras humanas, 57 animales y hasta 379 finimenti) que abarcan toda la variedad de personajes indispensables y de tipos habituales: la Sagrada Familia, el coro angélico, los Reyes Magos y su espléndido séquito oriental de georgianas, turcos, negros, dignatarios, músicos y criados; pastores con zamarras, burgueses atildados, artesanos, vendedoras, campesinos, cíngaros y un mendigo, espléndido ejemplar modelado completamente en barro.
Resulta de especial interés el conjunto identificado como parte de un envío de figuras de Francesco Celebrano que Fernando IV hace a su hermano Carlos IV en España; representaban a una pareja de cada región napolitana, cuyo nombre constan en pequeños letreros bajo los ropajes: Terlizzi, Nardo, etc. Este interés por el documento etnográfico es un nuevo rasgo del pesebre en el último cuarto del siglo XVIII, sensible una vez más a las inquietudes culturales del momento. Estilísticamente forman un grupo muy homogéneo con el rostro de facciones anchas, pómulos marcados, nariz prominente y cuadrado mentón, que se repite sin apenas variantes: jóvenes de pelo liso y compacto, largo hasta la nuca, calvos maduros y mujeres de sólidos moños, engalanadas con ricos pendientes.
Una pieza singular es la figura masculina realizada sólo en madera, en forma de maniquí articulado, solución propia de las figuras del pesebre genovés con las que comparte también rasgos estilísticos. Sommariva la considera una de las 100 figuras realizadas por Pascuale Navone (1746-1791) para el nacimiento del príncipe Carlos de Borbón, enviadas desde Génova en 1786.
Los animales están representados con notable calidad en su habitual diversidad: el variado rebaño de ovejas y cabras, el robusto ganado vacuno con un espléndido ejemplar tumbado; las caballerías de tiro, de carga y de monta; y los que corren entre los personajes, se acogen a sus corrales o cuelgan de sus manos con oscuro destino. Son escasos los procedentes de lejanos países, aunque con un protagonismo indiscutible: los camellos pacientes y ceremoniosos, el elefante en decidida marcha y los galgos de líneas estilizadas.
El conjunto de accesorios es abundante y diverso: vegetales, singulares despieces de animales, peces y mariscos exhibidos ordenadamente en cestas, vajillas, utensilios, armas, plata; algunos son delicadas miniaturas o pequeñas naturalezas muertas de acertada composición que combinan materiales, técnicas y colores, como las cestas de frutas (barro, cera, madera, mimbre). Mención especial merece el magnífico grupo de instrumentos musicales, fieles reproducciones a escala de los reales, detenidamente estudiado por Joaquín Díaz.
Lamentablemente, al igual que la mayoría de estos conjuntos, carece de elementos escenográficos de la época. Sin embargo, como señala R. Causa, separadas del contexto originario que es su razón de ser, estas figuras pierden relevancia, quedan reducidas a un objeto de adorno y su sola identidad artística, innegable, no permite experimentar la compleja realidad del espectáculo casi total que constituía el pesebre napolitano. Para salvar en la medida de lo posible esta limitación, en la exposición se ha mantenido el aparato escenográfico y el consiguiente discurso narrativo que diseñaron sus anteriores propietarios: un ámbito urbano con la arquitectura popular del sur de Italia, en el que se integran, sin solución de continuidad, la vida rural de su periferia y la arruinada grandeza de la edificación que aloja el Misterio, inspirada en un dibujo preparatorio de Luca Giordano para la escenografía de un pesebre, de los pocos documentos conservados sobre este tema.
El Belén de la Fundación March en Palma de Mallorca
Propiedad de una entidad privada, este Belén es uno de los mejores nacimientos conservados en España, siendo su calidad artística comparable a los que ya nos hemos referido. Fue adquirido en 1970 por Bartolomé March en Italia.
Se trata de un conjunto de más de 800 figuras y cerca de 2 mil piezas diversas. En su realización, los expertos han querido ver la mano de uno de los belenistas napolitanos más famosos del XVIII, Giuseppe Sanmartino. Destacan las escenas del Misterio con el coro angelical, o los Reyes Magos y sus cortejos. Es, quizá, uno de los ejemplos más representativos del Belén napolitano del último cuarto del siglo XVIII.
El Belén del Museo Nacional de Cerámica, Valencia
El Ministerio de Cultura adquirió este belén en el año 2002 en una subasta. A partir de su ingreso en el Museo Nacional de Cerámica, todo el conjunto fue sometido a diversos procedimientos de restauración debido a algunas deficiencias en su conservación.
Este Belén consta de un total de 29 figuras cuyos tamaños varían desde los diez a los cuarenta centímetros. Encontramos la escena típica de un Nacimiento, como es la representación del Misterio con la Virgen, San José y el Niño Jesús. Este tema central se acompaña de las figuras de los Reyes Magos y de los pastores, junto a un par de ángeles. Como otros belenes conservados en museos españoles, se ha recreado el escenario donde se situarían las distintas imágenes.
Otros Nacimientos en España
Pero podemos encontrar otros grandes Nacimientos en distintos puntos de la geografía española. La tradición del pesebre vivió un momento de auge entre las clases adineradas en el último cuarto del siglo XVIII. Sin embargo, estos conjuntos se dispersaron en los años posterior, como hemos comentado al hablar del Belén del Príncipe. Así, numerosos centros (museos, iglesias, coleccionistas particulares…) disponen de nacimientos o al menos conjuntos de figuras de gran calidad artística.
Es el caso del Museo Nacional de Artes Decorativas en Madrid, que posee un nacimiento recopilado durante la posguerra por un Embajador en el Vaticano, asesorado por especialistas. O el perteneciente a la Diputación Foral de Álava y que se encuentra depositado en el Museo Diocesano de Arte Sacro. Por citar un último ejemplo, podemos referirnos al Belén del Convento Capuchino de Jerez de la Frontera.
En definitiva, en algunas ciudades españoles podrá ser posible disfrutar de la genialidad de estas increíbles obras de arte, documento fiel del momento en que se crearon.
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