martes, 13 de septiembre de 2016

E3. TRES EJEMPLOS DE ARQUITECTURA MODERNA

Centro Direccional de Nápoles, de Kenzo Tange


Ubicación: Poggioreale, Comuna de Nápoles, Italia. Proyecto:Kenzo Tange. Fecha de proyecto: 1982 - 1985. Fecha de construcción: 1985 - 1995.

Llegar a Nápoles es llegar a otra Europa. Las escaleras mecánicas se detienen, el aire acondicionado se apaga, la basura se tira al piso; y aunque esforzadamente se venga buscando poner orden en el caos urbano, prevalece el desorden.


En 1994, un año antes de que Nápoles sea sede de la reunión cumbre del G8, -un grupo que nuclea a ocho países industrializados de peso político, económico y militar relevantes-; y de haber sido declarado su centro histórico, Patrimonio de la Humanidad por Unesco, se presentó la Carta di Megaride, suerte de modelo urbanístico al cual se debería plegar la ciudad en prospectiva, y que culmina con la aprobación del nuevo plan regulador de la ciudad, en 2004. La presentación de la Carta, coincide justamente con el completamiento de una de las experiencias urbanas más extremas de Nápoles: el Centro Direccional.



Aunque el proyecto se inicia a mediados de los ´60, se lo venía pensando desde 1939. La idea principal, anclada en principios del urbanismo moderno, era la de descongestionar y racionalizar el centro histórico, trasladando actividades financieras y administrativas, tanto públicas como privadas, a un cluster de rascacielos. Una especie de Defense napolitana. El proyecto surge vinculado a la caída en desuso de un área industrial de unas 110 hectáreas adyacentes a la Estación Ferroviaria Central, y cercanas al centro histórico. Después de varios proyectos frustrados, en 1982 se le encarga a Kenzo Tange el que va a ser el definitivo. Tres años después, el proyecto está terminado y se inicia la construcción que va durar hasta 1995.

Tange tenía fuertes lazos con Italia. En 1967 había proyectado el predio ferial para Bolonia y una ciudad para 60.000 habitantes en Sicilia; y en 1972 Olivetti le encarga el proyecto para su sede en Tokio. El proyecto Tange para Nápoles consistió en crear una enorme plataforma elevada, por debajo de la cual se ubican interminables parkings, con conexiones con el subterráneo y con la Circumvesuviana, la red de trenes suburbanos. Por encima de la plataforma, Tange pensó una grilla de súper manzanas ordenadas sobre un gran eje de, podríamos decir, inspiración clásica; como una suerte de parque de Versailles, pero de hormigón. Desde lejos, el conjunto de edificios se ve bien, con una belleza similar a la de los downtowns modernizados de muchas ciudades norteamericanas, o incluso a la de la Defense, su posible inspiración parisina. Pero de cerca aparecen algunos problemas. El primero es justamente la plataforma elevada. Crea una tan definitiva escisión entre la ciudad histórica y el nuevo centro, que transforma a las calles perimetrales en feos callejones, difícilmente recuperables. Y sin embargo, no es lo peor.

Como era de esperar, el proyecto fue alentado desde el gobierno instalando ministerios, juzgados y oficinas públicas. El impulso estatal fue en principio acompañado por la actividad privada; Olivetti, con su característico optimismo arquitectónico, construyó en el Centro, su nueva sede administrativa, proyectada por el mismísimo Renzo Piano. Pero a pesar del entusiasmo inicial, la actividad privada fue declinando, con sus obvias consecuencias: los vidrios se llenaron de polvo y terminaron astillándose, se juntaron papeles en los rincones, se oxidó el hierro, se encadenaron las puertas sin uso. Solo el hormigón permaneció inalterable, sirviendo de soporte a grafitis. Durante el día el panorama es ciertamente desolador. Hay muchas plantas bajas desocupadas y se acentúa la desproporcionada escala de los espacios comunes. Durante el verano, oficinistas y funcionarios buscan la menor grieta de sombra para cruzar el descomunal páramo en que se convierte la plataforma bajo el calor vesubiano de Nápoles.

Muy cerca, en Pozzuoli, una pequeña ciudad al norte de Nápoles, plagada de ruinas romanas, se encuentra el lago del Averno. Es el cráter inundado de un volcán extinto, con aguas tan sulfatadas que no permiten la vida de peces, ni de plantas, ni de aves. Allí, en el Averno, en el siglo I a.C., Virgilio situó la entrada al infierno. Cabe preguntarse si Virgilio estuviese escribiendo en el siglo XXI d.C., si no la situaría un poco más al sur, en alguna de las profundas y oscuras bocas que llevan a los parkings del Centro Direccional. Así y todo hay que decir que en los atardeceres de verano, en el vacío inexplicable del Centro Direccional, suceden algunos milagros. El aire se pone en movimiento entre las torres abandonadas, algunas por la noche, y otras según parece, para siempre; se refresca la plataforma descomunal, desaparecen oficinistas y funcionarios, y aparecen personas en sandalias y bermudas, ancianos que vieron en 1919 llegar a Nápoles al rey Vittorio Emanuele, señoras con niños, grupos de chicas seguidas de muchachos, gente con perros. Los niños se meten en las fuentes, y como hay tanto lugar -que durante el día parece inútil-, los adolescentes pueden jugar al fútbol sin molestar a nadie, y cuatro jóvenes oficinistas rezagados, aun con las corbatas puestas, pueden jugar al metegol en una terraza abandonada de aproximadamente una hectárea de superficie. Es innegable que el Centro Direccional es una enorme paradoja, donde su radical modernidad se pone a prueba, tanto en el desolador paisaje diurno como en el accidente de su inesperada vida crepuscular.


Hotel Romeo, un japonés en Nápoles

Via Cristoforo Colombo 45, Nápoles

Como único hotel de diseño contemporáneo en Nápoles y prácticamente en el sur de la península italiana, el Romeo parece haberse sentido en la obligación de incluir al mayor número de creadores de renombre en su proyecto.


Para empezar, como punto de partida, se ha utilizado un edificio tan carismático como la sede del mítico armador italiano Achille Lauro, el primer aprendiz de rascacielos de Nápoles con fachada enteramente de cristal, enclavado en pleno puerto y rodeado de edificios industriales, aunque con la mirada puesta al Vesuvio.

Un elemento que el arquitecto que se hiciera cargo del diseño del hotel debía de respetar. Una restricción que aceptó con gusto Kenzo Tange, el responsable de la reconstrucción de Hiroshima y de gran parte de los edificios más emblemáticos de Tokio. No fue una casualidad que se interesara en este proyecto tan lejos de su Japón de referencia. En los últimos años de su vida dedicó mucho tiempo a crear el nuevo centro financiero de la capital del sur de Italia, lo que se conoce como el Centro Direzionale que finalmente se concluiría en 1995.

En el Romeo podemos ver el que posiblemente sea su único hotel pero, sobre todo, su testamento. No llegaría a verlo terminado, ocupándose de los últimos detalles su hijo Paul pero aun así es puro Tange. Su toque más personal se descubre sobre todo en las espaciosas habitaciones con una media de 60 metros cuadrados. Sólo hay ochenta y tantas habitaciones pero de muchos tipos, destacando una 'Japanese Garden Suite' en homenaje a su país y dos 'Wellness Suites' donde se reproduce el ambiente de un spa.

La característica sencillez de líneas de Tange inspirada por su maestro Le Corbusier fue siempre proverbial y aquí se refleja para realzar un lujo discreto marcado por un cuidado extremo en los detalles. Desde la elección de las planchas de madera para cubrir las paredes, a la sutil utilización de las luces, pasando por los materiales que utiliza para cubrir los suelos, o la misma distribución de los espacios, todo está pensado al milímetro. A ello se han añadido puntuales elementos de firma, como piezas de cuero de Tramontano, sabanas de Caprai, lámpara de FontanaArte y jarrones de porcelana de Hermès, además de un baño de la escudería de Philip Stark en algunas de las habitaciones.

Por otra parte, la apuesta por la fotografía es total. Se ha combinado una selección de obras clásicas extraídas de la colección Alinari con las miradas de ocho jóvenes fotógrafos napolitanos que nos descubren diferentes aspectos de una ciudad tan fascinante y controvertida como Nápoles. Todo ello dirigido por Mariella Barone que ha aportado sus propias imágenes, inspiradas a su vez en las fotografías de Amadeo Malatesta. Cada planta sorprende al salir del ascensor con una de esas fotografías que se puede admirar desde un sillón de color negro 'ahumado', diseñado por los holandeses Baas & den Herder studio.

En contraste con el exquisito minimalismo que se respira en las habitaciones, en los espacios comunes se ha apostado por un abigarramiento juguetón y provocador cargado de elementos contrapuestos que aporta un elemento lúdico al conjunto. Hay obras de artistas tan diferentes como Francesco Clemente, Sergio Fermariello, Lello Esposito o Maddalena Ambrosio encargadas especialmente para el hotel que se combinan con antigüedades, muchas de ellas japonesas, mesas de juego, billboards, sillones diseñados por Philip Stark, con otros cubiertos en piel de cocodrilo firmados por los creadores de Hermés, detalles de Andrée Putnman y otro largo etcétera de piezas de nombres conocidos que se prolonga en el original espacio para fumadores y en los restaurantes: uno de ellos rigurosamente japonés en la planta baja y otro hipersofisticado, el Beluga, en lo más alto del edificio, con vistas sobrecogedoras a la bahía de Nápoles.

Mención especial en este 'Design Hotel' merece el recién estrenado spa que lleva el nombre de Dogano del Sale. A falta de luz natural y visión de paisajes se ha optado por sacarle el máximo partido a la utilización de la luz aprovechando los últimos avances de la tecnología, casi siempre aplicados a salas de fiestas y otro tipo de espacios público. Aquí se ha creado un espacio etéreo, sin límites visuales que envuelve y emociona.


 Futura Estación de Afragola

Se ha anunciado que la construcción en la Estación Afragola de Zaha Hadid en Nápoles está programado para reanudar a finales de este año. El proyecto, presentado por primera vez en 2003, quedó en suspenso en febrero de 2012 después de problemas de presupuesto. Sin embargo, después de una reciente reunión de la RFI (rete ferroviaria italiana), la compañía propietaria de la red de trenes de Italia, ha decidido que el plan puede llegar a buen término, después de todo.



El nuevo complejo de la estación se sitúa tres kilómetros al norte del centro de la ciudad y se concibe como un punto de referencia y en un catalizador para la futura remodelación de la zona. El lenguaje arquitectónico del esquema representa un sentido apropiado de movimiento en su uso dinámico de hormigón y cristal.

El proyecto formará una puerta de entrada a Nápoles, un intercambiador de transportes moderno que conectará la ciudad a través de las esperadas TAV enlaces ferroviarios de alta velocidad. El concepto principal de las características del diseño de un puente extendido que alcanza a través de todas las líneas ferroviarias que forman un pasaje peatonal que conecta ambos lados de la estación.

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